¡Hola!
Favor , de llevar computadora o Ipad, no se acepta celular para la clase del lunes.
Tarea para el lunes: presenta la siguiente información de manera creativa en su libreta, no es pegar las filminas. Después buscar y pegar dos mitos: Coatlicue y uno de su elección.
Este enlace les puede servir para ampliar la información del mito: http://www.slideshare.net/cristiancj20/mito-y-leyenda-8628222
Actividad de repaso:
a) lee los siguientes relatos
b) completa el siguiente cuadro comparativo.
EL CALLEJON DEL MUERTO
Cuenta la leyenda que por el año de 1608, tuvo
lugar en México un suceso extraordinario en que tomó parte el arzobispo Don
Fray García de Santa María Mendoza, quien cultivaba amistad con un humilde y honrado
comerciante, Don Tristán de Alzucer, el cual, en compañía de su hijo, que
también se llamaba Tristán, llegó procedente de las Islas Filipinas, yéndose a
vivir a una estrecha y apartada callejuela, y estableciendo un pequeño comercio
que le daba para vivir modestamente. Al poco tiempo de haberse radicado en
México, el hijo de Don Tristán tuvo que ir a hacer algunas compras a la costa,
enfermó de gravedad al punto de estar muy cercana su muerte; pero al fin se
salvó. Su padre, lleno de dolor, había prometido a la Virgen de Guadalupe, si
su hijo sanaba, ir a pie hasta el santuario, como acción de gracias por aquella
salvación.
Pero pasado el peligro y restablecido el muchacho,
su padre olvidó la promesa hecha a la virgen, aunque de cuando en cuando, su
conciencia le reprochaba el no haber cumplido su promesa.
Para ver si esos escrúpulos desaparecían de su
mente, fue Don Tristán a platicarle al Arzobispo el suceso: el prelado no vio
nada grave moralmente, por lo que le dispenso la referida promesa, de manera
que salió satisfecho sin volverse a acordar del asunto. Tenía el sacerdote la
costumbre de ir todos los días 12 de cada mes, a celebrar misa en el santuario
de Guadalupe; la mañana de 12 de mayo de 1600 se encaminó a cumplir su
devoción; ya de regreso a la ciudad encontró en la calle a su amigo Alzucer el
cual, con voz cavernosa, le dijo que iba a cumplir la promesa que le había
hecho en el pasado a la virgen de Guadalupe.
Grande impresión causó al prelado ver a su amigo
lleno de tristeza, muy pálido el rostro, como si fuera cadáver, las manos
heladas y flácidas y, al verlo caminar, mas le pareció un muerto que un ser
viviente. Lleno de hondas preocupaciones al llegar a su casa se puso a meditar
y, después de reflexionarlo bien, se fue a casa de su amigo para salir de
dudas.
La realidad no dejo ya lugar a incertidumbres; al
llegar a la casa vio a un grupo de personas que llevaban al campo santo el
cadáver de su amigo, con el mismo rostro pálido con el que lo había visto en la
calle. En ese momento se dio cuenta que había hablado con un difunto, por lo
que lleno de terror y arrepentimiento rezó fervorosamente en unión de los
familiares y amigos que llevaban el cadáver.
Entre los vecinos corrió la noticia de aquella
muerte, agregándose que por las noches, al dar las doce, aparecía el muerto
envuelto en un amplio sudario blanco y con una vela amarilla en la mano, y se
paseaba por el callejón, de esquina a esquina, rezando a grandes voces.
Ese callejón se llamó por muchos años, El Callejón
del Muerto y aunque la casa de Don Tristán desapareció, el vulgo siguió
llamando así aquel tenebroso sitio que corresponde hoy a alguno de los tramos
de la calle de República Dominicana.
NARCISO
Narciso era tespio, hijo
de la ninfa azul Liríope, a la que el dios fluvial Cefiso había rodeado en una
ocasión con las vueltas de su corriente y luego violado. El adivino Tiresias le
dijo a Liríope, la primera persona que consultó con él: “Narciso vivirá hasta
ser muy viejo con tal que nunca se conozca a sí mismo”. Cualquiera podía
excusablemente haberse enamorado de Narciso, incluso cuando era niño, y cuando
llegó a los dieciséis años de edad su camino estaba cubierto de numerosos
amantes de ambos sexos cruelmente rechazados, pues se sentía tercamente
orgulloso de su propia belleza.
Entre sus amantes se
hallaba la ninfa Eco, quien ya no podía utilizar su voz sino para repetir
tontamente los gritos ajenos, lo que constituía un castigo por haber
entretenido a Hera con largos relatos mientras las concubinas de Zeus, las
ninfas de la montaña,
eludían su mirada celosa y
hacían su escapatoria. Un día en que Narciso salió para cazar ciervos, Eco le
siguió a hurtadillas a través del bosque sin senderos con el deseo de hablarle,
pero incapaz de ser la primera en hablar. Por fin Narciso, viendo que se había
separado de sus compañeros, gritó:
-¿Está alguien por aquí?
-¡Aquí! –repitió Eco, lo
que sorprendió a Narciso, pues nadie estaba a la vista.
-¡Ven!
-¡Ven!
-¿Por qué me eludes?
-¿Por qué me eludes?
-¡Unámonos aquí!
-¡Unámonos aquí! –repitió
Eco, y corrió alegremente del lugar donde estaba oculta a abrazar a Narciso.
Pero él sacudió la cabeza
rudamente y se apartó:
-¡Moriré antes de que
puedas yacer conmigo! –gritó.
-Yace conmigo –suplicó
Eco.
Pero Narciso se había ido,
y ella pasó el resto de su vida en cañadas solitarias, consumiéndose de amor y
mortificación, hasta que sólo quedó su voz.
Un día Narciso envío una
espada a Aminias, uno de sus pretendientes más insistentes, y cuyo nombre lleva
el río Aminias, tributario del río Helisón, que desemboca en el Alfeo. Aminias
se mató en el umbral de Narciso pidiendo a los dioses que vengaran su
muerte.
Ártemis oyó la súplica e
hizo que Narciso se enamorase, pero sin que pudiera consumar su amor. En
Donacón, Tespia, llegó a un arroyo, claro como si fuera de plata y que nunca
alteraban el ganado, las aves, las fieras, ni siquiera las ramas que caían de
los árboles que le daban sombra, y cuando se tendió exhausto, en su orilla
herbosa para aliviar su sed,se enamoró de su propio reflejo. Al principio trató
de abrazar y besar al bello muchacho que veía ante él, pero pronto se reconoció
a sí mismo y permaneció embelesado contemplándose en el agua una hora tras
otra. ¿Cómo podía soportar el hecho de poseer y no poseer al mismo tiempo? La
aflicción le destruía, pero se regocijaba en su tormento, pues por lo menos
sabía que su otro yo le sería siempre fiel pasara lo que pasase.
Eco, aunque no había
perdonado a Narciso, le acompañaba en su aflicción, y repitió compasivamente
sus “¡Ay! ¡Ay!” mientras se hundía la daga en el pecho, y también el final
“¡Adiós, joven, amado inútilmente!” cuando expiró. Su sangre empapó la tierra y
de ella nació la blanca flor del narciso con su corolario rojo, de la que se
destila ahora en Queronea un ungüento balsámico. Éste es recomendado para las
afecciones de los oídos (aunque puede producir dolores de cabeza), como un vulnerario
y para curar la congelación.
Graves, Robert. Los
mitos griegos. México, Alianza, 1994, pp. 356-358.
CUADRO COMPARATIVO
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MITO
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LEYENDA
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1. AUTOR
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2. ORIGEN Y ÉPOCA
EN QUE FUE ESCRITO
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3. GÉNERO AL QUE PERTENECE
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4. SUBGÉNERO
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5. FORMA EN QUE
ESTÁ ESCRITO (PROSA O VERSO)
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6. NATURALEZA DE
LOS HECHOS (FANTÁSTICOS, REALES)
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7.
ESTRUCTURA
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A)
PLANTEAMIENTO
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B)
DESARROLLO
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C)
DESENLACE
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8.
TIPO DE NARRADOR
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9.
PERSONAJE:
Descripción del personaje principal
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10.
PERSONAJE:
Descripción del personaje principal
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11.
TIPO
DE PERSONAJES
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12. ESPACIO
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13.
AMBIENTE
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14. . TIEMPO
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15. LENGUAJE
LITERARIO UTILIZADO: epíteto, hipérbole, símil, metáfora
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16. VALORES
CULTURALES Y MORALES IMPLÍCITOS
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